miércoles, 12 de mayo de 2010

"¡Ayuda!" Este grito de alarma inscrito en un grano de arroz y dejado por una araña mensajera pone a Arthur en alerta: "Los Minimoys están en peligro. ¡No hay ni un segundo que perder!". Justo en este momento el padre de Arthur decide partir antes de lo previsto, y espera impaciente al volante de su coche. Arthur tiene el tiempo justo para prevenir a su abuelo Archibald para que acuda a la llamada de auxilio en su lugar... pero imaginar a Sélénia en peligro es difícil de soportar. Con la complicidad de su perro Alfred, Arthur engaña la vigilancia de sus padres y regresa en plena noche a la casa de sus abuelos. Sin embargo, una nube se aproxima peligrosamente a la luna en la media noche, la hora en la que sus rayos deben alcanzar el telescopio de Archibald y abrir la puerta hacia el mundo de los Minimoys.




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